martes, 24 de abril de 2012

Va del Diálogo de la lengua

Hace unas semanas me sentía muy aburrida, y para combatirla decidí leer uno de los libros antiguos que había adquirido hace unos días, con los ojos cerrados estire la mano y seleccione un libro al azar, para ver con que me encontraba, una aventura segura, la sorpresa fue, que el libro que atrape, era uno de la editorial planeta de la serie de clásicos universales; Juan de Valdés El Diálogo de la lengua por Francisco Marzá, y fue curiosa la sensación que experimente cuando me adentro en la lectura del libro, he encontrado respuestas a mis dudas sobre la lengua Castellana y las diferencias entre el que hablamos en el Zulia y la que se habla en Caracas, todavía los zulianos hablamos de vos y aun hablamos distinto a como escribimos. Que suerte he tenido, unas de las dudas más grandes que he tenido son en relación con la lengua y las diferencias de las acepciones que se utilizan en según que regiones o poblados, las dudas se dispersan leyendo la nueva gramática española, pero como aperitivo este libro es excelente. 

martes, 17 de abril de 2012

El adiós definitivo

Como superar la perdida de un ser querido, un familiar, amigo o conocido, etc. poder darles el adiós definitivo y estar satisfecho por haberlo hecho en su debido momento.

Haber disfrutado lo suficiente de su presencia para acostumbrarnos a su ausencia. Es difícil, todos lo sabemos, por lo menos para los que lo hemos sufrido, decir adiós es duro, más cuando queremos que sigan entre nosotros; más allá e indiferentemente de que tengamos unas creencias u otras, la vida y la muerte son sufridas de igual forma por todos los humanos. 


  La lucha por permanecer entre los vivos es también común a todos, de ahí que nos ocupemos de la salud, de curar las enfermedades que atacan a nuestro cuerpo y disminuyen nuestra calidad de vida, procuramos que los que están en nuestro entorno, los familiares y amigos, gocen de buena salud, los y nos protegemos, todo esfuerzo es poco para cumplir nuestra meta, seguir viviendo.

 Pero ante la fatalidad de una perdida, no sólo necesitamos aceptar que ya no volverán a estar entre nosotros, también tenemos la necesidad de darles el mejor adiós, e intentamos dárselo con nuestros ritos, rezos, llantos, cantos, alabanzas, flores, palabras etc. Todos a nuestra manera damos un adiós definitivo a los seres que han partido. En esos mementos tan cruciales, según Mª Jesús Álava Reyes, en su libro"La inutilidad del sufrimiento" de la editorial la esfera de los libros, es necesario tener el control de nuestros pensamientos, si logramos controlar nuestros pensamientos conseguiremos soportar la fuerte emoción que produce la muerte un familiar, en la medida de lo posible, por supuesto. Os extiendo la recomendación del libro de auto ayuda, a mi me ha ayudado.
Por segunda vez, me comentan que han estado esperando hasta el último minuto para despedirse de su ser querido en el lecho de muerte, y han sidos fustrados, ya que el momento de la despedida llega  cuando esta sólo. 
De cualquir forma que decidamos dar el último adiós, que sea de la manera que nos haga sentir mejor, es un acto personal e intransferible, es único e inigualable; no vale todo, para todos,  pero se hace lo que se puede.

Adiós!

La sensibilidad o el sentido común

En el día a día, y más con los tiempos que corren, nos podemos encontrar con situaciones parecidas a las que voy a relatar, pero no quiero hacer conciencia, ni pretendo adoctrinar, sólo me gustaría reflexionar y satisfacer la necesidad de buscar una solución, que no tengo y tal vez alguien que lea este relato, pueda ver con más claridad y tenga la amabilidad de comentarme algunas soluciones que se les pueda ocurrir.

Esta mañana, justo después de mis diligencias bancarias, me disponía a tomar un desayuno, nada más sano que desayunar media tostada con mantequilla y un café con leche, en una cafetería, que suelo frecuentar, sólo cuando estoy por esos alrededores, mire a mi alrededor y vi cuantas personas estaban en la cafetería, a mi derecha dos mujeres, cada una en su mesa, y a sus espaldas un hombre y una señora mayor en la barra, la cafetería la atienden dos chavalas jóvenes, muy jóvenes, trate de ponerme a leer las noticias, lo que sucede en el mundo, desde el ipad,  mientras, un fétido olor despierta mi curiosidad y unas nauceas que cortaron mis ganas de seguir comiendo, miro hacia la puerta se ve a un hombre de avanzada edad, en estado de mendicidad, con la apariencia desaliñada de una persona que no se ha aseado en tiempo, y que además, ha hecho todas la necesidades fisiológicas, naturales, encima. Aun así observo, desde mi mesa , que el hombre lleva una chaqueta, reloj, cinturón y el pantalon bajo las caderas; esté señor entro en la cafetería, supongo, como es normal, a pedir algo de comer o a comprar, cuidado, que la señorita que estaba detrás de la barra no le permitió hablar, entonces no puedo decir que era lo que quería, pero sí intuirlo. La chica le informa que no puede estar allí, y el buen hombre responde, como sorprendido, " AHH!" baja la cabeza y se da media vuelta, sin nada que comer en las manos, vuelvo a mirar a mi alrededor a las personas que están sentadas en las mesas, y las cara de asco que tenían eran un poema. Lo que sentí no lo puedo describir. Pensé que en la cafetería podían darle algo de comer, pero no fue así, la verdad es que, me pude haber levantado y pedirle un bocadillo, incluso un café, y no lo hice, reaccione tarde, cuando lo pretendí hacer, el señor se había marchado. Por supuesto las camareras, medio di justadas por el mal momento, tuvieron que volver a sacar el ambientador y dejar la puerta abierta para que se ventilara el lugar. Tampoco creo que me hubieran permitido sentar al hombre en la teraza. No tarde en salir para ver si me lo encontraba, y de hecho, lo volví a ver, pero no quizo que le ayudara, bajo el rostro y no recibió el dinero. Entonces me sentí muy mal, porque yo tenía prisa y no disponía de tiempo para llamar a alguna institución que se encargara de aquel hombre que está en una situación insalubre.

No pude ayudarlo, y el sentimiento de impotencia, es doloroso, hasta para cuando se trata de solidaridad.